Bajaste del cielo o subiste del infierno
no lo sé, en todo caso el resultado es el mismo
y ahora ya nada importa.
Me enseñaste a defender mis causas perdidas
las mas enclaustradas en mi lado oscuro
tomaste mi alma entre tus manos
y la mordiste suave pero profundo
Devorándola hasta hacerme parte de ti.
Y la luz se hizo y un nuevo mar,
me diste un barco, un astrolabio y mil razones para viajar,
me mostraste las estrellas, me llevaste a navegar,
conocí tus noches oscuras, tus maravillas,
tus derivas mas largas, la calma entre tus brazos,
platiqué con tus fantasmas, cuidé tu sueños,
lloré contigo.
Como un viajero en el tiempo
regreso al momento en que todo comenzó
aquel día en que nuestros destinos
se cruzaron de nuevo
y pienso y me repito y me recuerdo
que me pedías con vehemencia, ¡no te enamores!
pero había tanto por vivir
tanta fe, tanto heroísmo...
Perdón por no escucharte aquel día
Perdón por mi recelo
porque si volviera ese día
y volvieras a pedirlo
otra vez sería en vano,
ya que eso de enamorarme, sabes...
volvería a hacerlo.
JP Arzácc
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