domingo, 20 de septiembre de 2009

Consejera Matrimonial

Eran alrededor de las dos de la mañana cuando salí de la casa sin rumbo fijo, las llantas del auto chillaron al salir del garage y casi me estrello con el poste de luz que está en la acera de la calle.
-Había sucedido una vez más- Sigue...
    Después de una cena romántica preparada especialmente para ella, velas, miles de arrumacos, palabras bonitas y besos intensos nos dispusimos a entrar en la habitación, la cual había adornado con algunas velas y aromatizado con incienzo raj Lakshmi que huele especialmente delicioso, -no siempre se tiene la oportunidad de estar solos- te dije, y sonreiste. La media luz que dominaba la habitación reforzaba el ambiente propicio para una noche suculenta de pieles al rojo vivo, de pasión desencadenada, de desenfreno y lujuria -voy a ponerme algo más cómodo- dijiste después de haber tomado ropa de tu cajón y te dirigiste al baño, yo aproveché para quedarme con mis boxers solamente y me metí en la cama para esperar a que salieras. Cerré los ojos para imaginarte desnuda paseando tu lengua por mi piel y así me quedé por unos minutos hasta que abriste la puerta del baño y saliste con un pantalon de pijama y la blusa larga y desteñida que siempre usas para dormir, desmaquillandote la cara y bostezando sin recato alguno, -que sueño tengo - tu boca dijo y yo me quedé perplejo, no entendía lo que pasaba, -¿Cómo podías ir de la intensa pasión a la parsimonia en tan pocos minutos?- me resistí al golpe de indiferencia y luché por mantener el deseo que te guardaba para cuando salieras. Abrí el edredón para invitarte a la cama y tu te acercaste a mí aceptando la invitación, te acomodaste y jalaste una parte del edredón para arroparte, acto seguido dijiste -te amo, que linda cena, buenas noches cariño- No pude decir nada, la sangre me hirvió de tal manera que no pude decir nada y dejé entonces que te durmieras, -yo también- contesté, mientras me levantaba a apagar las velas y el incienso que ni siquiera llevaba consumida la mitad de la vara.

    Salí por la ciudad a despejarme, a tratar de entender en que fallé, en que parte de la noche te perdí, ¿fué la Lasagña?, ¿El vino tinto espumoso? ¿Las rosas en la mesa? ¿algo que dije? !carajo no lo entiendo¡ ¿en qué momento?. El mar estaba en calma, como quería detener el auto y bajarme para perderme en su inmensidad, que el agua salada apagara el fuego que no dejaba de quemarme. El malecón de la ciudad lucía hermoso esa noche, totalmente ajeno a mí, pero esplendoroso.

    Crucé la puerta del bar, uno de esos en donde las chicas bailan, se desnudan y si quieres te las llevas a un privado por unos pesos para estar solos y poder tocarlas casi a placer. Pedí una mesa -¿mesa para cuantos?-me dijo el mesero y contesté, sólo yo, -consigame una cerca de la pista- le ordené sin educación alguna, no estaba de ánimos para ser gentil en lo más mínimo, a él no le importó y atendió mi petición sin siquiera notar mi estado de ánimo de pocos amigos, - ¿que le servimos joven?- me preguntó mientras ponía servilletas y un cenicero en mi mesa, -Traeme una botella de tu mejor whisky y un servicio completo- ¿a que horas cierran el lugar? pregunté, -a las cuatro de la mañana joven- acenti con la cabeza y le hice un ademán con la mano para que se fuera a hacer su trabajo y me trajera mi botella. El lugar era el de mejor tipo de la zona, adornado con luces de neón y espejos por todos lados, la visión era perfecta desde donde te sentaras, supongo que los dueños cuidaron ese aspecto desde su contrucción hace años ya, la cual tardó más de lo previsto debido a problemas con el presidente municipal en turno pues era bastante mocho y tenía serios problemas con éste tipo de giros, hace poco circuló por internet una foto suya en este lugar pasando una noche loca, quien lo iba a decir...

    El mesero arribó a mi mesa con la botella en una mano y en la otra un servicio con cuatro aguas minerales, agitadores, un vaso jaibolero y un bowl repleto de hielo, -¿algo más que se le ofrezca joven?, ¿alguna chica que guste que le mande a la mesa?- La verdad es que para ese momento ni siquiera había reparado en el harem que se encontraba ganandose la vida en el lugar; heché una mirada alrededor y no pude de primera intensión señalar a ninguna, aunque todas las chicas eran bastante guapas y sus encantos no se escondían al espectador, por lo que le dije al mesero que yo le llamaría cuando supiera cual iba a ser la que quería. Me serví el primer Whisky de la botella de Yoichi que me llevaron, Un Whisky Japonés super galardonado, envejecido durante 20 años, que es complejo y armonioso. En él se aprecian varias capas de aromas, a roble y a mar y lo hay de sabores, a vainilla, miel y menta incluso. Es magistral, obviamente no usé agua mineral como hubiera usado con cualquier Whisky comercial, sería una tontería, en cambio adicioné un poco de hielo y lo tomé en las rocas, delicioso. Al cerrar los ojos para dar el primer trago recordé de nuevo lo que me había llevado ahí y mi sangre volvió a hervir como en el primer momento.

    ¿Porqué estás tan solo papi? escuché a mis espaldas, la pregunta me sacó de mis pensamientos de coraje y tristesa por un segundo, cuando voltee ví a una despampanante trigueña con un cuerpo perfecto que me sonreia y se me acercaba para besarme en la mejilla, -yo soy Miranda, mucho gusto ¿y tú?- de pronto tiitubie y casi le digo mi nombre pero por alguna razón le dije -Mauricio, el gusto es mío-, Creo que si la hubiera escogido no hubiera sido mejor la elección, realmente era una mujer hermosa pude constatarlo desde el primer momento en que se sentó de manera muy sexy y sugerente en la silla que jaló un poquito para quedar más cerca de mí. Aún así yo no lograba olvidar lo sucedido, mucho menos las ganas que tenía de tener una noche de locura y pasión con mi mujer, aunque en ese momento el objeto de deseo me lo estaba canjeando por una a la que no me importaba pagarle mientras me dejara satisfacer "todas" mis fantasías.

    -Cuentame, ¿que haces por aquí papito?, no te había visto antes, te hubiera notado, estas tan lindo- me dijo y me reí entre dientes porqué entendía que era una de las tretas que utilizan las chicas de esos giros para adular a sus clientes y lograr sacarles más dinero después ya que se congraciaron con ellos. yo le dije que estaba ahí porque estaba buscando algo, algo que me hacía falta y sólo ahi podía encontrarlo, a lo que ella sonrió como entendioendo perfectamente a lo que me refería. Inmediatamente intentó indagar. -Y como que es lo que buscas papi, quizá pueda alyudarte- me dijo mientras metía su dedo índice a su boca y pasaba su lengua suavemente por él, -Alguien que quiera ganarse buen dinero, sabes- sus ojos brillaron, creo que dije la palabra correcta, ella se acomodó un poco más cerca y estirando su mano hasta mi entre pierna y acariciandome levemente me dijo -Pues no busques más, aqui estoy yo, ¿como para que te alcanzo?- ¿cuanto me cobras por irte conmigo esta noche? le pregunté y entendiendo las consecuencias y el objetivo de esa pregunta me dijo -dos mil pesos-, -te doy cinco mil pesos, pero quiero alguien ¡dispuesta a todo!, ¿eres tú la indicada?, -lo soy papi, garantia te doy- contestó mientas se erguía como para mostrar que con lo que ella tenía no podía haber hombre insatisfecho. Ella no sabía.

    Hice los arreglos necesario con el capitan de meseros y esque la política de la empresa no permite facilmente sacar a una de sus chicas del lugar por temas que tienen que ver con las leyes, pero a final de cuentas es bien sabido que con dinero todo se puede arreglar, así que mandé al mesero para que avisara al ballet parking que me tuvieran mi carro en la entrada posterior del establecimiento. Esperé a que Miranda se arreglara y cuando salió no se veía menos bella (ahora con mas ropa) que antes. La tomé de la mano y usamos la puerta trasera del lugar para salir al estacionamiento donde ya me esperaba mi carro encendido para podernos ir de ahí.

    Llegamos al motel, aquel con nombre tan evidente que da risa cuando pasa por ahí "éxtassis" se llamaba y recordé las tantas veces que le había insistido a mi esposa que fueramos a "tener una aventurita" y que ella se negaba. Si ella entendiera lo que la deseo y la quiero, pero eso ya no me importaba ahora.
    Cuentame papi, ¿que es lo que deseas? preguntó Miranda, yo con la mirada perdida al frente le dije -que mi mujer me deseara como yo la deseo-, -que le gustara el hombre que tiene-, -que me pidiera hacerle el amor como un loco una y otra vez toda la noche- y volteando al mirada hacia Miranda terminé el tema -pero eso no sucederá, creo que ya estoy convencido de ello... En cuanto a esta noche, ya te enterarás-...

    Ví el anuncio de los tipos de habitaciones que estaban disponibles en el motel y elegí -Master Suite, por favor- al tiempo que la pluma de la entrada se alzaba y una voz en un megafono me decía, -!pase a la número quince¡- Miranda iba muy sentadita pero con su mano en acariciando mi pierna derecha, casi podía decir que nerviosamente, aunque entendiendo que dedicandose a lo que ella se dedica eso no era una idea lógica, pero en fin, me daba esa impresión.

    Bajamos del auto, cerramos el portón del garage que permite "pasar desapercibido" a los ojos de cualquier persona que pudiera reconocer el auto y entramos a la habitación. La habitación era perfecta, la iluminación, la limpieza, la cama king size, la ropa de cama, el ambiente, todo; me dieron tantas ganas de que la que estuviera entrando conmigo a ese lugar no fuera Miranda, pero la verdad, la triste verdad, era otra. Miranda entró en el baño y me recordó una vez más que precisamente en una escena como esa mi noche y mi vida se habían terminado por desmoronar, aún no terminaba por entender que era lo que hacía mal, ¿que era lo que no le gustaba de mí? ¿porqué yo no le atraía?, la pueta de un baño se abrió por segunda vez en esa noche pero esta vez salió del baño una mujer muy distinta, portando un hermoso negligé negro de diseñador, contoneandose mientras se acercaba a la cama, sonriente, dispuesta, deliciosamente dispuesta. Yo me acerqué a ella aún vestido, algo en mí empezó a mutar a un instinto totalmente primario, puramente animal, descargué sobre su cara el primer golpe, con mi mano abierta el cual la hizo caer sobre la cama, ella trató de incorporarse pero recibió de mi parte uno más por la espalda que la tumbo de nuevo boca abajo mientras yo me montaba sobre de ella, mis manos destrozaron ese negligé tan bonito que tenía puesto y la desnudaron por completo a pesar del esfuerzo que ella hacía por querer liberarse de mi ataque, con los mismos restos de su negligé até sus manos por su espalda e hice lo nismo con sus tobillos, ya sin poder luchar también la amordacé para que no pudieran oirse los gritos que seguramente vendrían por lo que iba a hacerle. Habiendo tomado el control de la situación mi mente enloqueció en las fantasias sexuales mas retorcidas y recordé aquel video snuff que alguna vez llegó a mi correo y que borré por el asco que me provocó de ver las cosas que le hacían a aquella mujer, cosas que ahora no estaba tan seguro que no pudiera hacerle a Miranda esta noche. Me despojé de mis ropas, nunca me había sentido tan desnudo y tan enfermamente deseoso de poseer a una mujer. Me acerqué a ella y jalandola hacia el borde de la cama la penetré a fondo sin cuidar ni por un momento la rudeza con lo que lo hacía, ella trataba de liberarse moviendose, pero eso sólo hacía que llegara mas y mas dentro de ella. Furia era lo que se estaba descargando y en mi locura era la cara de ella la que veía en la de Miranda y eso acentuaba más mi delirio, sentir que era ella a la que no le pedía permiso para tomarla como yo quisiera, más aún, que la tenía dominada completamente para ahogar éste deseo malsano que tenía por ella. En algún momento, -no supe cuando ni como- Miranda logró sacarse la mordaza de la boca y me dijo desesperada -sé lo que quieres, sé lo que quieres-, déjame ayudarte, deja que te muestre lo que es una mujer que no tiene límites, -sé lo que quieres- sueltame y déjam....mi mano la cayó de nuevo con un golpe y puse de una vez más la mordaza, esta vez sodomizandola la penetré de la forma más animal de la que hubiera podido ser capaz y un sentimiento de dominio y placer me arrobaron, era para mí, no podía hacer nada, no podía huir, nopodia dar ningún pretexto, no podiaaa...¡ahhh! entonces sobrevinieron espasmos intensisimos en mi cuerpo, en mi sexo que ella recibía entero y me derramé completamente dentro del condón de latex que por costumbre me había puesto.

    La levanté de un sólo jalón y la senté en la cama, sus ojos a pesar de lo que le había hecho no eran de rencor, sino de ternura, me miraba como se mira a quien te da lástima o pena y de alguna manera se dió a entender que no trataría de gritar ni escapar, así que le quité la mordaza... ella dijo -¿Te hicieron daño verdad?- yo no pude decir nada, sólo moví la cabeza para no mirar sus ojos, -Anda papi, desatame, no te vas a arrepentir, prometo ser buena y hacerte sentir tan rico como merece un hombre como tu- Yo no podía creerlo, acababa prácticamente de violar a aquella mujer y ella en lugar de quererme asesinar a golpes me decía que quería seguir esto que ni yo mismo entendía. Le quité las amarras y en cuanto se vió libre me tumbó en la cama y deboró mi cuerpo con su boca y su lengua de una manera increible, apenas podía creer que fuera capaz de sentir tal intensidad en mi cuerpo, después sacó de su bolsita un condón y me lo colocó, se montó en mí y me metió en su cuerpo hasta el tope, comenzó a moverse como poseida sobre mis caderas, sobre mi pubis, dándome un placer tan delicioso que hizo que ambos llegaramos a un orgasmo violento y brutal al mismo tiempo...después cayó sobre mí y su voz jadeante me dijo despacito al oido...¿que es lo que dices que no le gusta de ti a la tonta de tu mujer?

    Miranda fumaba un cigarrillo, yo lo había dejado hace tiempo así que me acerqué una botella de agua para entretener el ansia y volví a la cama junto a ella, -aquí están tus cinco mil pesos- le dije -y cinco más, por tu negligé y tu disposición-, -quedate conmigo un rato más, por favor- ella estiró la mano tomando el dinero y sonriendo me dijo -claro papi, asi, lo que tu quieras- y guardó el dinero en su bolsita de mano. Entonces ví en mi cartera la foto de mi familia, mi esposa y mis dos hijos de seis y ocho años, sonreí y Miranda asomandose a verla dijo -Tienes una bella familia- como me hubiera gustado vivir algo así, pero que le vamos a hacer, hay quienes nacemos para esto y nunca saldremos de aqui, en mi caso al menos nunca traería un hijo al mundo...¿cómo para que?, pero tu si, tu si tienes una bella familia...

    Se recostó en la cama y dando una fumada intensa volteó de pronto soltando el humo y me preguntó; ¿te gustaría que te ayudara con tu esposa? mi mente voló y solté una carcajada sin disimular lo que mal entendí, ella también rió habiendo entendido a lo que sonaron sus palabras, -jajajaja- no, tontito, me refiero a que mira...porque no hacemos algo, pasame el cel de tu esposa y yo hablo con ella, creo que sé lo que necesita, para esta hora ya debe estar despierta ¿no?, -Supongo que sí- contesté, aunque no acababa de entender o confiar en la intensión de Miranda, aún así por alguna razon extraña dije sin pensar 6655789089.

    Miranda habló con mi esposa, no lo hizo ese día, ni esa noche sino un mes despues de esa noche, le llamó y se presentó como una amiga mía, encontró la manera de evitar el rechazo de mi mujer y se hizo su amiga por teléfono, yo la visité algunas veces de nuevo pero sólo para platicar de como estaba y le dejaba algo de dinero que ella no aceptaba de buena gana pero tomaba pues su enfermedad le restringía poder trabajar libremente como antes.

    Ignoro hasta ahora que es lo que Miranda le dijo o como la convenció, un cambio radical sucedió..increible diría yo. Hoy por hoy puedo decir que la puta mas rica de toda la ciudad vive en mi casa, es la madre de mis hijos y sigue siendo la mujer que mas amo y mas deseo.

    A Miranda,

    que falleció hace un mes victima del SIDA
    contraido un año después de nuestro encuentro.


    Gracias por devolverme mi matrimonio.

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